Ψ Psicóloga
     Lola Salinas

La Personalidad

Estilos de Personalidad (Conductas)


 

En resumen, podríamos decir que la personalidad es el resultado de las estrategias o pautas de adaptación que cada ser humano ha desarrollado y consolidado a lo largo de su vida.

 

Cuando hablamos de estrategias, no nos referimos a elaboraciones analizadas y evaluadas de forma consciente. Al contrario, la mayoría de estas estrategias de adaptación a nuestro entorno se producen en los primeros años de la infancia, donde aún no somos plenamente conscientes de por qué y para qué hacemos lo que hacemos del modo en que lo hacemos.

 

Un ejemplo muy básico sería la estrategia de llorar hasta que nos dan el juguete que nos han quitado. Inicialmente, lloramos porque nos frustra la pérdida del juguete y el placer asociado al juego con el. Más tarde, aprendemos que cuando lloramos nos consuelan -devolviéndonos el juguete o dándonos un abrazo-, entonces aprendemos a reproducir esa conducta como medio para lograr lo que queremos. Es decir, hemos aprendido una estrategia, que puede acabar siendo una conducta habitual en nosotros, y formar parte de nuestro ESTILO de personalidad.

 

Los componentes de nuestra personalidad son muy variados y se activan y expresan de un modo específico en los actos de cada persona, produciendo la combinación personal de emociones, atributos, estilos de pensamiento, actitudes, conductas, habilidades, y que se caracterizan por mantener un determinado estilo en la mayoría las situaciones...

 

La cultura y la personalidad


 

Hay ciertas patrones o estilos de personalidad presentes en la mayoría de las sociedades actuales. Obviamente, esto no quiere decir que todas las personas que comparten una cultura tengan un mismo estilo. Existen muchas variaciones dentro de un mismo estilo de personalidad, pero hay ciertos denominadores comunes. Esto se debe a que la sociedad y su cultura, son escenarios que condicionan la socialización (aprendizaje, educación y crecimiento) del individuo, y por lo tanto, también sus estrategias de respuesta.

 

Hay muchos estilos de personalidad pero la Psicología ha tratado de llevar a cabo clasificaciones que reflejen las tendencias más funcionales y las menos funcionales. No soy muy partidaria de las etiquetas, porque considero que al tratar de clasificar la realidad, podemos producir un sesgo en la capacidad de observar y analizar la complejidad y la diversidad; por lo que pueden resultar rígidas y poco útiles a la hora de ayudar a las personas. En consideración a estas limitaciones, utilicemos los Estilos, solo a modo orientativo.

 

Con estas premisasd, parece cierto que a ciertas conductas 'nucleares' (enfadarse con facilidad) les son familiares ciertos rasgos y otras conductas coadyuvantes (impulsividad, intorlerancia a la frustración, pensamientos de injusticia, etc.). Es en ese sentido, que trabajar con los 'estilos' o perfiles nos puede ayudar a identificar ciertos rasgos concomitantes. Nuestra labor, no será quedarnos con el perfil prototipo, sino, identificar con claridad los síntomas y conductas presentes en la reaalidad del individuo, sin etiquetar y encasillar, para poder abordar con eficacia su intervención.

 

Existen Estilos más funcionales que otros, es decir, más útiles para adaptarse de un modo saludable y satisfactorio a la cultura y entorno social. Un estilo de personalidad puede convertirse en disfuncional e incluso en un trastorno de personalidad.

 

Un pequeño apunte: La adaptación no significa sometimiento, conformidad ni inhibición o represión. Muy al contrario, puede significar el desarrollo de habilidades para cambiar ese mismo entorno.

 

Generalmente, la funcionalidad está en relación directa con el número de rasgos de una tipología y la frecuencia de las conductas.

 

Un ejemplo claro de la diferencia entre funcionalidad y disfuncionalidad en relación a la frecuencia e intensidad de las conductas lo encontramos en el estilo de conducta perfeccionista. Sus características pueden resultar muy útiles en determinados contextos profesionales o sociales, mientras que la exageración puede conducir a la inacción, la paralísis, la obsesión o la compulsión, e incluso al sadismo.

 

La funcionalidad se puede entrenar para un rasgo o para un conjunto (estilo) con técnicas TREC, Aceptación y Compromiso, Mindfulness, etc. Desde la psicología de la salud tratamos de establecer unas bases para que el trabajo resulte más útil, sólido y satisfactorio.

 

 

 

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