La disfunción eréctil es la dificultad o imposibilidad que tiene un hombre para lograr una erección o para mantenerla.
Epidemia
Hoy sabemos que en la actualidad (a diferencia del pasado) la disfunción eréctil es, en cualquiera de sus modalidades, un problema muy generalizado, que afecta a más de 100 millones de hombres en todo el mundo.
Este dato, junto con las implicaciones de tipo psicológico, social y médico, lo convierten en un problema de salud pública. Como diría Wright Mills, es un problema de carácter social, no individual.
Es de carácter social porque afecta a muchas personas, pero también porque en gran parte está falsamente generado por las erróneas expectativas, culturalmente construídas en torno a la respuesta sexual, la 'mecanización' de la misma y la falta de sentido común en cuanto a la función sexual y la respuesta sexual.
Por esta razón, a la definición inicial de disfunción, habría que añadirle "...siempre que no existan causas objetivas que justifiquen la falta de deseo sexual". Por ejemplo, cuando estamos agotados y necesitamos dormir; cuando no nos gusta alguien; cuando estamos enfermos o convalecientes; etc. En estos casos, no hay disfunción, porque, precisamente, lo funcional es que no haya deseo y como resultado erección.
La exigencia generalizada respecto a la 'disponibilidad' sexual continua, indiscriminada y ajena a las emociones, estado de salud, situación familiar, situación personal (preocupaciones laborales, económicas, relaciones, etc.), nos señalan el grave error que se comete con la sexualidad, la erotización, la respuesta sexual y por lo tanto, con la erección, el placer y la satisfacción.
Por ejemplo, hombres con problemas de salud, se preocupan porque no tienen erecciones. Se exigen a sí mismos tenerlas, aunque la mente -y por ende, el cuerpo- esté pidiéndoles reposo, tiempo, cuidados y atención adecuada al problema de salud. Esta autoexigencia es de todo punto irracional, pero, además es una falta de respeto hacia uno mismo y hacia las necesidades reales que las circunstancias nos aconsejan.
Lo paradójico de esta situación es que las personas relatan una baja autoestima y consideran que la causa es que no tienen erección; mientras que lo cierto es que la baja autoestima es el producto de no respetarse, de no cuidarse, de no escuchar y atender las necesidades que el cuerpo y la mente plantean. Esa alienación de uno mismo, es una despersonificación, es convertirnos en objetos que han de sernos útiles a unos fines que están diseñados por la cultura exigente, artificial, deshumanizada y ajena al bienestar de las personas.
Para una reflexión más amplia y detallada de este problema tan extendido recomiendo la lectura del siguiente artículo: "Disfunción eréctil" en el Blog Psicóloga Lola Salinas.
Cambios culturales
A juzgar por las declaraciones y la alta demanda de solución, podemos pensar que este problema ha aumentado notablemente en las últimas décadas. También sabemos que algunos cambios culturales, asociados a las conductas sexuales, tienen bastante responsabilidad en la epidemiología de esta disfunción.
Algunos de los cambios culturales son: mayores exigencias hacia la conducta sexual del hombre, obsesión por las técnicas sexuales, comparaciones con modelos pornográficos, cultura del cuerpo, desinformación, errores en la concepción de la sexualidad, etc. En la información actual sobre sexualidad, se están cometiendo errores de calado porque se pone el acento en las técnicas, los procedimientos, la imagen, la exigencia... y no en la actitud erótica que es la base de una buena respuesta sexual.
Erección funcional
La erección forma parte de la respuesta sexual
La respuesta sexual es un proceso complejo con intervención cognitiva, emocional y fisica. Su expresión también es compleja con manifestación de cambios y activación en distintas partes del cerebro y del resto del cuerpo. La erección es una activación más, entre otras más importantes, previas y fundamentales para que se dé esta.
En realidad, la erección es un sistema hidraúlico: la irrigación sanguínea de un órgano que tiene un tejido cavernoso donde entra y se acumula la sangre produciendo la tumescencia.
La erección es el resultado del proceso ¡¡¡no el objetivo!!!
Esa activación hidraúlica es sólo la punta del iceberg. Es lo más visible y llamativo pero es el resultado de un proceso previo de erotización adecuado. Si la erotización funciona bien, y por lo tanto está acompañada de una actitud sexual correcta y funcional, la erección viene dada sin que la busquemos.
La erección no es algo que podamos controlar directamente a nuestra voluntad, por lo tanto, de nada sirve que la busquemos o que nos esforcemos en que se produzca porque ese no es el camino.
Por utilizar un ejemplo muy descriptivo, la erección es como la digestión. No decidimos a voluntad cuando iniciamos o terminamos la digestión. No lo decidimos voluntariamente porque, al igual que la erección, la digestión es un proceso autónomo, es decir, no depende de nuestra voluntad y decisión. Nadie decide que quiere hacer una digestión. Las personas deciden comer, degustar, tomar un capricho, disfrutar o saciar el hambre... a sabiendas de que harán la digestión y sin preocuparse por ello. Aunque a veces, la digestión sea pesada...
Con la erección sucede lo mismo. Es un proceso autónomo, lo mismo que el latido del corazón o que la irrigación del higado o el riñón. Tampoco aceleramos el ritmo cardiaco a voluntad pero sabemos que si nos asustamos, tenemos miedo o si corremos, se va a acelerar de forma autónoma. También sabemos que podemos autoregularlo de forma indirecta si nos relajamos, respiramos profunda y pausadamente, y nos tranquilizamos mentalmente.
La erección también funciona así. Así que de nada vale esforzarse por que se produzca. Ese esfuerzo habrá que destinarlo al proceso de erotización. Si quiero una erección, tendré que 'alimentarla' adecuadamente.
Sin embargo, lo que sí funciona muy bien para obtener una buena respuesta sexual (erección, placer, lubricación, sensaciones...) es una actitud erótica suficiente.
En personas con salud mental, la actitud erótica se da cuando la persona tiene cierto grado de bienestar, no es lógico esperar erotización cuando los niveles de bienestar están por debajo del umbral de salud. En personas con algún grado de psicopatía puede darse un tipo de erotización desvinculado de las emociones sanas, y vinculado al poder, al sadismo, al maltrato, etc.
Erotización
Erotizar es orientar y sumergir nuestro ánimo y nuestra actitud hacia la sensualidad, el juego y el placer sexual. No se trata de obsesionarnos ni de vivirlo con preocupación, todo lo contrario.
La erotización requiere de una actitud lúdica, relajada, juguetona, despreocupada, serena, confiada...
Erotizar es el requisito para que se produzca una respuesta sexual adecuada. También es la condición para lograr placer y satisfacción. Si existe la actitud erotica adecuada, el sistema nervioso hará su trabajo de forma correcta, enviando y recibiendo las señales y las instrucciones necesarias para que se produzca la deseada erección, sin necesidad de que la andemos buscando.
Resumiendo, la actitud erótica envía señales e instrucciones al sistema nervioso para que active ciertos mecanismos, entre ellos, el sistema hidraúlico del pene, es decir la erección.
La autoestima
Volviendo al tema de la autoestima, es conveniente señalar que muchas personas (honbres y mujeres) relatan una baja autoestima en relación a su deseo sexual inhibido o bajo, o respecto a alguna disfunción sexual.
En primer lugar, hemos de diferenciar entre autoestima y autoconcepto. La autoestima es el afecto positivo hacia uno mismo; por lo tanto es la capacidad de amarse a uno mismo, respetarse, cuidarse y aceptarse incondicionalmente. Como vemos, no tiene nada que ver con la autoimagen, el autoconcepto y, por lo tanto, con nuestras habilidades, destrezas y logros.
Una buena autoestima es el resultado de aceptarme tal y como soy. Aceptarme y respetarme significa que, en primer lugar, seré consciente de mis limitaciones, aceptando que estas pueden ser circunstanciales o ser permanentes. Cuidarme y quererme significa que haré lo que esté en mi mano para atender mis necesidades y lograr mi mayor bienestar posible.
Por todo ello, la sana autoestima forma parte del proceso de mejora, cambio, curación, superación de un problema, etc., sea este de cualquier índole. En la disfunción eréctil, la sana autoestima juega un papel importante.
Muchas personas confunden autoestima y autoconcepto. El autoconcepto que tienen de sí mismos en el plano erótico y sexual puede estar deteriorado por diversas razones, sí es así, es posible que su libido esté inhibida, parcial o totalmente. El autoconcepto nos habla de nuestras habilidades en las relaciones sexuales, de nuestra capacidad de seducción, de nuestra actitud en el juego, etc. La autoimagen, forma parte del autoconcepto. La autoimagen (física, corporal, gestual, estética...) es como una foto que nos devuelve lo que nosotros vemos en nosotros mismos. Si esa autoimagen es negativa (soy feo, estoy gordo, no soy atractivo, estoy calvo, no tengo una erección potente, etc.), y le damos una importancia excesiva en nuestra interacción social, nuestra capacidad para disfrutar y para sentirnos a gusto en las relaciones sociales y en las íntimas, se verá deteriorada y limitada, hasta incluso impedirnos tener deseo y erotizar.
Ese autoconcepto plagado de autoexigencia, nos impide aceptarnos y respetarnos, por lo tanto, nos aleja de la propia aceptación incondicional, y es un factor de deterioro de la sana autoestima.
La disfunción sexual (erección, anorgasmia, eyaculación, dolor en las relaciones, bajo deseo, etc.) está muy relacionada, en la inmensa mayoría de los casos, con un autoconcepto sesgado y pobre, así como con una falsa autoestima, o autoestima errónea.
Sistema parasimpático
Sabemos que fisiológicamente, para producir la erección, el sistema parasimpatico ha de entrar en acción, se tiene que activar a una señal del cerebro (sistema nervioso central). El parasimpatico, esta parte del sistema nervioso periférico, facilita la irrigación sanguínea del pene y la hinchazón y erección adecuadas.
Para que se active el sistema parasimpatico (en cualquier circunstancia, erótica o no) se tienen que dar unas condiciones psicológicas y emocionales concretas, básicamente relajación, ausencia de estrés, ausencia de ansiedad.
La erección no se produce de forma satisfactoria o se desvanece si durante el juego sexual falla cualquiera de los ingredientes psicológicos y emocionales necesarios: erotización, relajación, concentración, percepción, confianza.... Este fallo, ausencia, déficit o bloqueo de la actitud adecuada da lugar a la disfunción eréctil. En todos estos casos, esa dificultad tendría un origen psicológico aunque el fallo lo sintamos solo en la ausencia de erección.
La falta de erección sería solo un síntoma de que el proceso de erotización no es correcto. En este caso, lo más útil y funcional sería ir a las causas que provocan la falta de respuesta sexual total. Es decir, observar cual es nuestra actitud y tratar de identificar qué conductas, pensamientos, emociones o preocupaciones están interfiriendo y bloqueando nuestro deseo de placer.
Disfunción psicológica
Lo más frecuente es que el sistema parasimpatico se desactive porque exista estrés, tensión, miedo, preocupación, alteración del estado de placer, etc. En estos casos, el cerebro puede dar alerta generalizada y activar el sistema simpatico. Esta situación hará que la musculatura del pene se contraiga y la sangre vuelva a vaciarse del pene, que regresa a un estado de flacidez.
Esta situación es cada vez más frecuente, debido a actitudes y creencias erróneas sobre la sexualidad y las relaciones.
Disfunción fisiológica
En aquellos casos en los que el problema es inicialmente fisiológico (una minoria), también puede producirse este bloqueo emocional, haciendo así más difícil la recuperación de la erección, incluso cuando se administra un fármaco como la Viagra, Cyalis, Levitra... Una mayor dosis de oxitocina (componente fundamental de alguno de estos fármacos) en la sangre, ayuda a relajar la musculatura lisa y la vasodilatación, pero si al tiempo, continúan activos los mecanismos psico-sociales de estrés, tensión, miedo, etc., estos pueden llegar a anular los efectos positivos de la Viagra.
En general, cualquier lesión vascular o nerviosa, localizada en el pene, la columna, la pelvis, zona adyacente al pene, próstata, puede provocar una disfunción en la erección. Este tipo de problemas suele generar síntomas en otras funciones: caminar, evacuar, digestión...El porcentaje de disfunciones de este tipo está mucho más localizado en edades avanzadas.
Otro tipo de enfermedades como el alcoholismo, la diabetes, problemas de riñón, o problemas vasculares (cardiopatías, arteriosclerosis...) también pueden producir esta disfunción. Como comentábamos antes, además de padecer la disfunción por causas fisiológicas, estas personas también padecen habitualmente los síntomas psicológicos antes descritos (estrés, ansiedad, depresión, baja autoestima).
Grados de Disfunción
Hay diversos grados de disfunción eréctil, que van desde la imposibilidad total hasta la dificultad de mantenimiento leve. En algunos casos se puede originar solo en unas circunstancias, o bien en todas.
Hay hombres que padecen la disfunción solo con un tipo de mujeres (declaran que cuanto más les gusta la mujer, más problema tienen), mientras que con otras no tienen tanto problema o incluso no tienen ninguna dificultad.
En algunos casos, la disfunción erectil está asociada a la situación específica en que se tienen relaciones sexuales, por ejemplo en entornos de poca intimidad; mientras que en otros casos, se produce con independencia de las circunstancias y está más ligada al estado del propio individuo.
Como la erección es un proceso neuro-vascular, es decir, en el que intervienen tanto el sistema nervioso como el riego sanguíneo, lo primero que hay que evaluar es si el problema es de tipo fisiológico o bien es conductual o psico-social (fenómenos externos o internos a los que reaccionamos con estrés, preocupación, inhibición, tensión, etc.). Cada tipología tiene un tratamiento distinto, por eso es importante la primera evaluación y diagnóstico que trate de identificar y delimitar las implicaciones psicológicas, sociales y médicas.
Tratamiento
Una disfunción psicológica o conductual, requiere la intervención terapeútica. Una disfunción de origen fisiológico, requiere la intervención farmacológica o quirurgíca. En cualquier caso, antes de diagnosticar una disfunción erectil es necesario valorar el conjunto de circunstancias de la persona. Si está atravesando por una depresión, por una crísis personal o por una enfermedad, el diagnóstico no debería ser disfunción, si no más bien, inhibición de respuesta sexual condicionada por el malestar (enfermedad, crisis, problema, etc).
En los diagnósticos de disfunción, hay ciertos síntomas que nos ayudan a un diagnóstico rápido: por ejemplo, si las dificultades solo se producen en un tipo de circunstancias, o solo con determinadas personas o tienen un carácter relativo, el problema suele tener causas psicológicas, sociales y conductuales, por lo que la terapia tendrá que estar dirigida a modificar todos aquellas creencias, actitudes y comportamientos que están impidiendo el correcto funcionamiento del sistema psico-neuro-vascular.
Si las dificultades son de carácter absoluto y radical, es decir, se dan siempre, sin excepción: en soledad y con relaciones sexuales, durmiendo, estando relajado y de buen humor y con un buen grado de erotización, y en cualquier circunstancia, incluso durante el sueño, habrá que descartar previamente los factores fisiológicos (artritis, problemas localizados en la médula espinal, arteriosclerosis, etc.), para una vez descartados o confirmados proceder a la terapia adecuada.
Por lo tanto, dependiendo del diagnóstico, el tratamiento puede requerir terapia sexual, terapia con medicamentos, dispositivos de vacío y cirugía. En principio es recomendable un tratamiento que sea lo menos invasivo posible.
El menos invasivo y que nos puede solucionar el problema de raíz es la Terapia Sexual. En segundo lugar, la medicación, para llegar en último término a la cirugía. Cabe recorrer muchos estadios, tratando de resolver el problema sin necesidad de realizar intervenciones que no tengan reversibilidad.
En cualquier caso, dado que suele coexistir un cierto grado de ansiedad, preocupación, temor o inseguridad, siempre recomiendo entrenarse en la relajación. Para ello os recomiendo que practiquéis con el Audio de relajación que incluyo en el siguiente enlace de esta web. Ejercicios de relajación basados en las técnicas de Jacobson.
Si deseáis más información y pensáis que una intervención profesional os va a ser de ayuda, estaré encantada de atenderos en consulta.
Actitudes negativas
Es muy corriente que a un problema de erección se adhieran otro tipo de problemas como el bajo deseo sexual o de rechazo, ya que las situaciones vividas provocan la frustración y la anticipación del fracaso, produciendo en el individuo una actitud de abandono y de desinterés e incluso rechazo por las relaciones sexuales.
Un problema que contribuye a agravar la disfunción es que la inmensa mayoría de los hombres con este tipo de problemática no comunican sus inquietudes, su sufrimiento y sus dudas, lo que hace imposible una labor terapéutica y su posible solución. Son una minoría los que acuden a consulta y dan los pasos necesarios para eliminar el problema, aunque muchos acuden a la receta de la pastilla azul; como son pocas las personas conscientes de la importancia de una salud sexual para el bienestar general.
Mientras tanto, la mayoría de quienes padecen este problema es víctima de su incomunicación, de su vergüenza y de la falta de información, cuestiones que le afectan a él personalmente y también, de forma muy notable a su pareja. Él se ve afectado física y psicológicamente, con una notable pérdida de autoestima y otros factores emocionales asociados, como ansiedad, depresión, desmotivación, etc. Su pareja sentirá la incomunicación y la falta de confianza como una manifestación de distancia y de desamor. El resultado es la frustración, el recelo, la pérdida de confianza y en muchos casos la separación.
Factores de origen psicológico como la frustración, los sentimientos de culpa, la anticipación del fracaso, la depresión, la baja autoestima son responsables de aproximadamente un 20 por ciento de los casos de disfunción de la erección.
La ingesta continua de medicamentos antidepresivos, tranquilizantes, antihistamínicos, reguladores de la presión arterial o el tratamiento de la úlcera, etc. pueden favorecer la disfunción eréctil.