Capacidad y habilidad para resistir el cansancio, el estrés, la presión, las dificultades... manteniendo un buen ánimo y motivación.
La resiliencia no implica lucha ni el desgaste que supone concebir el mundo como un adversario que hemos de vencer, o como un enemigo contra el que hemos de oponer toda nuestra fuerza.
La resiliencia implica la adquisición y entrenamiento de las mejores herramientas para 'dialogar' y 'negociar' con el entorno, desde una posición de respeto (a tus necesidades y al propio entorno).
La resiliencia incorpora técnicas de evaluación, decisión y de búsqueda de soluciones que tienen un carácter racional, lógico y funcional; integrándose de forma coherente con nuestros objetivos vitales, nuestras necesidades y nuestros principios y valores.
La resiliencia implica que aceptamos y experimentamos el malestar con confianza y flexibilidad, sin victimismo, con responsabilidd y con realismo, siendo conscientes de que forma parte de la vida; al tiempo que confiamos con esperanza en que vendrán momentos mejores.
La resiliencia conlleva un análisis amplio y contextualizado de cada situación, sin caer en las críticas negativas y buscando construir alternativas y opciones saludables y sostenibles para superar los problemas.