Un clima de confianza, desinhibición, relajación y bienestar son más efectivos que cualquier técnica, práctica, postura o destreza. Esto conviene tenerlo siempre muy presente. No se trata tanto de esforzarse por conocer las técnicas, sino de aprender a crear ese tipo de clima. Conocernos a nosotros y aprender a conocer a la otra persona, requiere de un tiempo, un interés, una dedicación y una atención que serán de muchísima eficacia para alcanzar el mayor grado de placer.
Para cualquier tipo de práctica sexual que deseemos realizar, es recomendable que tengamos una actitud, relajada, natural, respetuosa y atenta con la persona con la que deseamos compartir nuestra intimidad y crear un clima de placer y gratificación. No sólo en nuestra comunicación verbal, también en los gestos y actitudes que adoptemos. Cualquier juego que deseemos proponer, cualquier fantasía que queramos desarrollar con nuestra pareja ha de ser aceptada y deseada por la otra persona para que la relación sexual se produzca en libertad y sea totalmente satisfactoria.
Del mismo modo, es bueno que consigamos una actitud desinhibida y que nos podamos expresar sin vergüenza y sin tabúes. A veces, manifestar nuestras preferencias, nuestros deseos o nuestras fantasías puede suponer una discordancia con la otra persona. Esto es normal y no nos ha de afectar negativamente. Hemos de dialogar y tratar de acercar posiciones, mostrando a la otra persona porque nos gusta esta u otra cosa o bien hemos de ceder en tal o cual aspecto o aceptar que hay una cierta incompatibilidad en nuestros gustos y deseos. No es bueno reprimir, ocultar o prescindir de cosas que para nosotros son importantes. Esa actitud errónea, contrariamente a lo que creemos, no nos acerca a la otra persona, sino que nos acabará alejando.
Nuestro objetivo
El objetivo fundamental de las relaciones sexuales es la obtención de placer por medio del contacto físico, la comunicación, la transmisión de afecto, la atención, la satisfacción del deseo, la vivencia del placer ajeno, etc. Sea cual sea la práctica sexual que adoptemos, el placer disminuye o no se obtiene cuando sólo tenemos como objetivo lograr un orgasmo, una erección, una eyaculación o una determinada reacción... El placer se obtiene disfrutando de cada momento, sin marcarse más metas u objetivos que la gratificación de cada instante y de las sensaciones que nos producen las caricias, los besos, recrearnos con la vista, los susurros, la cercanía de la otra persona, etc.
Higiene
Otro aspecto muy importante es la limpieza de nuestro cuerpo. Es muy conveniente habernos duchado o aseado antes de iniciar una relación sexual. El mal olor, los restos de sudor o suciedad pueden provocar sensaciones incomodas y de rechazo. Además, un buen olor y la sensación de limpieza e higiene favorecen notablemente el acercamiento a nosotros y el disfrute. Esto es aplicable tanto a hombres como a mujeres. Nuestra pareja estará mucho más deseosa de agradarnos si nuestra cercanía le resulta agradable.
En cuanto a la higiene, los genitales habitualmente están en contacto con un tipo de gérmenes para los que desarrollan defensas y no se infectan, pero para otro tipo de gérmenes no tienen esa capacidad de respuesta, por lo que fácilmente se puede provocar una infección. Así que, no sólo es agradable y conveniente una higiene constante de los genitales y, por supuesto, previa a cualquier relación sexual; también es de enorme importancia la higiene de la boca y de las manos de quien estimula. Conviene lavarse las manos con jabón para eliminar restos de suciedad y gérmenes, así como cepillarse los dientes y realizar un enjuague bucal.
Por la misma razón, conviene recordar que una vez introducido cualquier objeto o parte de nuestro cuerpo en el recto (dedos, lengua, pene, etc.) no debemos rozar otra parte de los genitales femeninos, porque el recto contiene unas bacterias con un elevado potencial de infección para la mucosa de la vagina y la uretra. En estos casos, además de ser necesaria la utilización de preservativo para introducir el pene, es deseable proceder a lavar los dedos o el objeto que se desee introducir en la vagina.
Indispensable comentar que todas las prácticas sexuales que impliquen contacto con los fluidos seminales, vaginales o anales y por lo tanto en las zonas donde estos se producen implican una práctica de riesgo en la transmisión de enfermedades sexuales, incluido el virus del VIH. Por ello cualquier práctica como el sexo oral, la penetración - ya sea vaginal o anal - requiere que tomemos las medidas preventivas adecuadas, como son la utilización de preservativo o asegurarnos de la buena salud de nuestra pareja.
Una persona, un mundo
Queremos insistir en otro aspecto que nos parece muy importante para proseguir la lectura de esta página. Cada persona es diferente en cuanto a gustos, deseos, fantasías, fuente de estímulos, zonas erógenas y preferencias en posturas y prácticas. Por lo tanto, nunca hemos de dar nada por hecho. Hay personas que prefieren la estimulación con la mano o con otros objetos o la penetración. Hay personas que sienten un mayor placer con el sexo oral, por el contrario otras lo obtienen con la masturbación mutua, etc. Conviene que nuestra comunicación y nuestra actitud de escuchar sean siempre una vía abierta y tolerante hacia las diferencias en gustos y prácticas. Teniendo presente que el mayor clima de placer se obtiene cuando ambas personas reciben y dan placer de forma generosa.
Para facilitar nuestra exposición en los epígrafes siguientes utilizamos la imagen de la pareja formada por hombre y mujer, pero cualquiera de las prácticas aquí expuestas se refiere también a parejas formadas por hombre y hombre o mujer y mujer. Rogamos por ello que se nos excuse esta generalización que simplifica una realidad mucho más amplia.