Se centra en la influencia que el contexto familiar y social tienen en cada individuo y en los problemas que en ellos emergen. Reconoce al individuo como el resultado de la interacción (social) con el entorno y los individuos que lo componen, fundamentalmente la familia, como núcleo de socialización y reproducción cultural.
En la Terapia Sistémica se trata al individuo en contexto que se muestra más relevante (generalmente la familia), por lo tanto, en relación a sus estructuras (composición, jerarquías, normas, valores, creencias...) y dinámicas (comunicación, conductas, respuestas, expectativas). Se analiza el modo que que este contexto está interiorizado y cómo afecta al individuo. Se analiza el modo en que el individuo ha aprendido a interactuar en ese contexto específico y cómo responde a él. Uno de los estudios más interesantes sobre estas dinámicas y sus correlatos, está realizado en torno a la esquizofrenia y ciertas pautas de comunicación incoherentes en el seno de la familia, donde se daban mensajes contradictorios (comunicación verbal, corporal, conductual, etc.).
En gran medida, lo que puede resultar disfuncional en un contexto -laboral, por ejemplo- puede no serlo en el contexto familiar de origen, porque las dinámicas establecidas en este último reclamaban un ajuste psico-emocional que luego resulta inconveniente para otro entorno y tipo de relación. La socialización en un entorno altamente jerarquizado y rígido, puede hacer necesario que el niño desarrolle estrategias de falsa sumisión, engaño (para evitar el castigo), o bien de rebeldía y enfrenteamiento (para reforzar el YO). Estas conductas en edad adulta no van a resultar eficaces en la mayoría de los entornos de interacción.