Plena Conciencia

Qué es y para qué nos sirve

La plena conciencia, también conocida como ‘mindfulness’, es un estado de plenitud en la persona, que se sostiene en el tiempo.

Es un estado que nos sitúa mental, emocional y físicamente en la lucidez de nuestra propia existencia: de los recursos personales, de las necesidades, de las experiencias, de las limitaciones, del potencial…  y de la integración de todo ello en una totalidad que es la persona.

Es también, la vivencia de esa integración personal y su relación con el entorno.

Intervienen en ese estado de plena conciencia: su habilidad de percepción; su capacidad de aceptación; el nivel de veracidad de su dialogo interior; la voluntad de integración; la bondad para quererse; la paciencia para observarse y la comprensión para entender en profundidad.

Es un estado que nos devuelve a lo más auténtico de nuestra existencia, desde la paz interior y la confianza en nuestra capacidad para aceptarnos y experimentar el bienestar profundo.

Es una experiencia continuada, no sólo un instante de lucidez y comprensión. Se nutre de esos instantes pero se constituye como un proceso, donde los instantes cobran sentido entre sí y en relación a toda la existencia, a lo largo del tiempo.

Es una forma de vivir que nos permite extraer el máximo potencial de nuestras capacidades (amar, sentir, estudiar, trabajar, aprender, disfrutar, bailar…).

Es, también una de las mejores herramientas psicológicas (vitales) para aprender a eliminar dificultades o errores en los que caemos una y otra vez (egos, soberbias, timideces, inferioridad, obsesiones, miedos, ansiedades, impulsos, automatismos, manías, fobias…).

La plena conciencia, es un proceso de ‘limpieza’ integral de nuestra mente y emociones, que obviamente influye y mejora nuestro funcionamiento corporal (posturas, fisiología orgánica, funcionalidades…). Utilizando una metáfora, es como eliminar todos los ruidos de una vieja grabación musical y dejar que se escuchen con nitidez los instrumentos y acordes que fluyen en sintonía.

Somos química y electricidad: un pensamiento es el resultado de las conexiones entre ciertos nodos neuronales. Un pensamiento tóxico (“Odio a fulanito”) conecta nodos que activan elementos químicos tóxicos en el cerebro y en el resto del cuerpo, cuyas sustancias van a atravesar o depositarse en órganos vitales (venas, riñón, hígado, sistema inmune, sangre, nodos linfáticos…). Un pensamiento sano (“No me agrada esta conducta de fulanito pero puedo evitar que me afecte negativamente”) activa otros nodos neuronales con sus correspondientes neurotransmisores saludables (dopamina, serotonina…). La acumulación de pensamientos ‘tóxicos’, también es acumulativa en nuestro cuerpo.

La plena conciencia es un resultado y también el camino para eliminar bloqueos, actitudes disfuncionales, errores, malestar, tristeza, decaimiento, agresividad, ira, impaciencia, impulsividad, falta de concentración, y un largo etcétera.

Lograr la plenitud de la conciencia es aprender a liberarse de elementos inservibles que hemos aprendido erróneamente por el camino o bien que aunque pudieron parecer útiles en un momento, no lo son más porque impiden nuestro completo bienestar.

El bienestar que se logra con la plena conciencia, no es un falso bienestar o un bienestar que nos haga depender de otras personas, es un bienestar autónomo, estable, equilibrado, funcional y realista, que nos permite sentir emociones funcionales (p.ej.: tristeza cuando toca y alegría cuando corresponde) sin que sintamos la necesidad de hipotecar nuestro presente para lograrlas o huir porque no las soportamos o prolongar una emoción de forma artificial porque creemos que en ella reside nuestro bienestar.

La plena conciencia se logra a través de un entrenamiento que puede ser en solitario o puede ser acompañado. Los objetivos de cada persona, así como el nivel de preparación y conocimiento de en temas de trabajo personal (cognitivo, emocional y mental) así como de trabajo en las relaciones interpersonales, nos va a ayudar a saber si nos conviene trabajar por nuestra cuenta (lecturas, vídeos y entrenamiento) o es más práctico optar por el acompañamiento, sobre todo al principio.

Esta elección conviene que esté en consonancia con nuestras habilidades, necesidades, recursos, dedicación, constancia, etc.

Si optas por un acompañamiento inicial, te ofrezco mis servicios.

Puedes consultar un resumen de mi currículum y experiencia profesional en este mismo blog. No obstante, para ser sincera, aunque todo lo que he estudiado me ha ayudado personal y profesionalmente, creo que lo más eficaz, intenso y sólido, han sido ciertas claves sencillas que me han ayudado a tomar plena conciencia.

Tu trabajo personal estará diseñado en función de tus necesidades actuales; de tu disponibilidad; de los condicionantes de tu entorno personal, familiar, académico o laboral; de tus objetivos y metas y, como no, de tu punto de partida.

Trabajaremos escenarios concretos (p.ej.: negociar algo con pareja; distribuir la carga de trabajo con un compañero; una discusión con tu hijo… etc.), con propuestas de gestión ‘consciente’,  funcional y satisfactoria, para lograr objetivos y metas de mayor alcance que irás incorporando (interiorizando) hasta sustituir antiguos mecanismos ineficaces, tóxicos o disfuncionales.

Escenario cotidiano y concreto

Toma de conciencia: Relajación, Observación, Escucha,  Emociones, Pensamientos, Creencias, Sensaciones, Interpretación, Significado, Efecto, Consecuencias…  

Entrenamiento: Confianza, Apertura, Aceptación, Visualización, Relajación, Perspectiva, Recursos,  Habilidades, Potencial…

Innovación: Cambios de gestión y estrategias, cambio de conductas,  cambio de hábitos d

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