Espejismos

Lo que no es real ni posible es un espejismo.

Un espejismo siempre está en el horizonte.

El espejismo es mental y no forma parte del paisaje de esa realidad en tiempo presente ni como posibilidad.

El espejismo es un fenómeno que se suele producir en terreno  ‘desértico’, como vivencia y como metáfora.

“Lucky” da título a una película[1] hermosa, realista, llena de ternura y sabiduría, que está estos días en cartelera. Tras una lograda sencillez hay una notable reflexión para lograr el bienestar y superar el sufrimiento, la frustración o el enfado: La aceptación de la realidad.

En el caso de Lucky, el protagonista de la película, su realidad es que nota cómo se aproxima a la temida despedida de la vida.

Lucky accederá en su vida cotidiana al significado profundo de los conceptos “realismo” y “realista”.  Partiendo de una nada casual definición extraída del diccionario, el protagonista cae en la cuenta de que el realismo existe, que no es un mero concepto intelectual,  y a partir de esa epifanía, el realismo y la conducta realista se convertirán muy conscientemente en objetivos de su comprensión.

El diccionario parece ser una metáfora de la relación entre los conceptos y la realidad. A veces, comprender bien y en detalle el significado de un concepto, nos hace captar, caer en la cuenta de algo y comprender  la realidad a la que se refiere.  El diccionario parece ser una metáfora de conocimiento, algo así como la entrada a la toma de conciencia, accesible a todos. Parece serlo por el papel que juega en su vida (aficionado a los crucigramas) y también por el lugar físico que ocupa en la estancia.

Ese cambio de perspectiva, debido a esa “iluminación” tan humilde pero trascendente,  dará lugar a que aproveche las ocasiones que le brinda la vida -igual de cotidiana y sencilla que siempre- para escuchar de otro modo, ver con otra mirada, empaparse, entender y profundizar en su comprensión; convirtiendo el realismo y la aceptación en gratos compañeros que le reportaran  sabiduría y paz.

El realismo es un modo de ver e interpretar el mundo basado en hechos y en lo que es posible, en lugar de basarlo en sucesos improbables. Así mismo, ser realista es la habilidad para afrontar y aceptar las cosas tal como son de hecho, tomando decisiones basadas en lo más probable y no en lo improbable. Esta definición es con la que reflexionará y trabajará Lucky.

Cuando el protagonista comprende que la aceptación le permite vivir esa etapa de la vida sin sufrimiento (aunque pueda haber dolor o tristeza), entonces se permite liberar y superar el miedo, así como la frustración y el enfado. Eso le lleva a seguir su vida cotidiana siendo capaz de sonreír mientras toma decisiones que le provocan bienestar y satisfacción, acercándole a un grado máximo de libertad y fidelidad a sus principios, en equilibrio con el respeto y afecto por los demás. Esa aceptación le aleja del conflicto interior y del malestar que las contrariedades le generaban.

La aceptación no es conformidad, si por conformidad entendemos dejar nuestra responsabilidad en manos del destino o de otros. La aceptación incluye seguir activos en construir nuestro presente de forma sana y coherente con nuestros principios y valores. La conformidad podría significar que nos sumamos a una propuesta, principio o situación, mientras que la aceptación  implica realismo y también activar todos los recursos y habilidades para afrontar esa realidad que nos ha tocado vivir. La aceptación de la realidad puede conducir a la revolución,  puede llevarnos a la meditación, a convertirnos en eremitas o a implicarnos de lleno en un sistema para cambiarlo desde dentro. La conformidad, es la aprobación o consentimiento, entendida como acto que da su permiso para que sucedan cosas. La aceptación por sí misma no implica aprobación ni desaprobación, no da ningún consentimiento. La aceptación es afrontar las cosas tal cual son, adoptando la mejor actitud para recibirlas.

Volviendo al desierto. Lo que para unos es un desierto, para otros es un hábitat. De nuevo otra metáfora del guionista y del cineasta porque el desierto de Nuevo México es el lugar donde reside nuestro protagonista. En la primera imagen de ese desierto, aparece un galápago cruzando lenta y parsimoniosamente un camino. Otra excelente metáfora que iremos descubriendo a lo largo de la película.

En nuestra vida real, conviene saber cuál es nuestro hábitat, aprender a aceptarlo y convivir con él para afrontar lo que nos depara y también para cambiar lo que no nos guste o queramos mejorar.

¿Cuál es tu hábitat?

Si ves espejismos, trata de identificar qué parte de tu realidad es para ti un desierto

Si has visto muchos espejismos en tu vida, quizás sea el momento de cambiar tu ruta y tu destino

Si has vivido soñando con espejismos, pregúntate si entre sueño y decepción no te has olvidado de regar tu tierra y la has convertido en un desierto.

Soñar y no construir para que se produzca el sueño es tanto como sentarse a esperar que el río cambie su curso para que su caudal riegue nuestra tierra.

Soñar que seremos altos y deshacernos de nuestra ropa, no nos hará altos, nos dejará desnudos

Soñar que seremos atletas y ponernos un dorsal, no nos hará ser más veloces, nos dejará frustrados

Soñar que seremos felices y probar en otros brazos, no nos hará felices, nos dejará insatisfechos

Soñar es sano siempre que al despertar construyamos para lograr ese sueño. Soñar es sano siempre que no sustituyamos la realidad por el sueño. Soñar es sano siempre que sepamos diferenciar entre lo real y lo soñado. Soñar es sano siempre que sepamos ser felices con la realidad que ya tenemos.

No conviene confundir los espejismos con los sueños, las fantasías, la imaginación ni con las utopías.

Un sueño (en el sentido metafórico) es una idea de algo que nos gustaría que sucediera en el futuro y que podemos convertir en un  proyecto. Para hacerlo realidad, hemos de conocer los hechos y recursos, trazar un plan eficaz, trabajar duro y ser muy disciplinados, entre otras cosas. Un sueño no es sentarse a soñar, esperando que las cosas cambian para nosotros.

La utopía es la capacidad de visualizar una realidad mejor, más justa, más equilibrada… Una utopía puede nacer respecto a una idea, una situación, un sistema, una sociedad, etc. Una utopía, por definición, es inalcanzable porque una vez alcanzada deja de ser utopía. Las utopías son muy útiles para evolucionar hacia un mundo mejor.

La fantasía es la recreación de otra realidad con elementos improbables o imposibles. Tiene como función la evasión de la realidad. Puede servir como metáfora y puede servir para diversión o distracción. Sin duda, una de las películas más hermosas, en las que la utilización de la fantasía tiene plena justificación es “La vida es Bella”. El derroche de fantasía del protagonista tiene por objetivo evitar el horror y la crueldad a un menor para impedir que crezca con un trauma emocional  gravísimo, evitándole el sufrimiento del presente y las secuelas del futuro.  El protagonista sabe perfectamente donde está y qué sucede, será su profunda bondad,  dignidad, generosidad  y responsabilidad las que le lleven a construir las fantasías en las que envuelve la realidad a su hijo. Es decir, no vive un espejismo. Es realista, acepta y construye la fantasía para que su hijo afronte la situación con menos secuelas.

La imaginación es la capacidad para visualizar un escenario distinto, que puede ser la misma realidad en la que se han introducido cambios, innovaciones o mejoras. También podemos imaginar escenarios nuevos. La imaginación es una gran herramienta para crear, construir, concebir, mejorar, aprender, innovar… Es la gran compañera de la utopía y de los proyectos basados en sueños.

Los sueños y las utopías son posibles cuando aceptamos y comprendemos la realidad en la que vivimos. Son posibles cuando somos capaces de extraer el máximo de posibilidades de esa realidad. Si en ocasiones no somos capaces (somos humanos y no héroes) de aceptar y afrontar esa realidad, no confundamos las fantasías y los sueños con la realidad, aunque los utilicemos ‘ocasionalmente’ como evasión.

El mejor modo de superar esa incapacidad para aceptar la realidad es con creatividad y confianza. A veces el miedo a no ser capaces de afrontar la realidad nos lleva a anticipar el fracaso y a incrementar ese miedo, dificultando nuestros recursos reales para poder abordar la situación satisfactoriamente. La confianza en nuestros recursos y en la capacidad para aprender habilidades o para desarrollar más las que tenemos es fundamental. Esta confianza nos dará cierta tranquilidad, sosiego y nos ayudará a relativizar. Desde esta actitud podemos concebir escenarios con cambios en donde mejore nuestra posición. La creatividad nos llevará a potenciar y extraer el máximo rendimiento a nuestras capacidades y habilidades.

A veces, el cambio consiste en modificar nuestras expectativas, haciéndolas más posibles, más accesibles o asequibles, o equilibrando nuestra realidad entre el disfrute de lo que tenemos y los sueños y proyectos que nos planteamos. Apostar todo el presente a la felicidad y bienestar de un proyecto futuro es tanto como dejar de vivir ese presente. Parece difícil que escoger esa alternativa , hipotecando  el presente, nos genere la actitud y estado de ánimo necesarios para conseguir bienestar en el futuro.

Los ladrillos del presente son el edificio del futuro. Las emociones y sentimientos de hoy, constituirán la estructura emocional de mañana. Difícil será que la tristeza, la frustración, la envidia, el enfado, la añoranza, el irrealismo, la subjetividad… de hoy, nos conduzcan a una estructura de bienestar mañana.

[1] Fecha de estreno 4 de mayo de 2018 (1h 28min) ; Dirigida por John Carroll Lynch

Reparto Harry Dean Stanton, David Lynch, Ron Livingston más

País EE.UU.

 

«Bailando con la vida»

Película Imprescindible

Titulo original:»Finding your feet»

Dos modos de vivir, dos formas de afrontar la felicidad: 1) Ejerciendo el derecho a ser, elegir y apostar por valores humanistas propios; 2) Hipotecando la felicidad, abrazando un sistema cuyas normas y costumbres pertenecen a otros y nos alejan de lo que realmente somos.

Esta película británica es toda una enseñanza sobre la responsabilidad de cada individuo en disfrutar de la vida y aprovechar todo lo bueno que nos brinda, sin importar la edad o las circunstancias. Una apuesta que no está exenta de dificultades pero que está llena de decisiones libres y coherentes.

En una cultura en que se dan muchas cosas por hecho, y el individuo se corta las alas por falsa comodidad o acomodación, prejuicios, estereotipos, roles, convencionalismos, miedos o complejos; los personajes de este maravilloso y tierno film nos demuestran que ser feliz es una cuestión de principios, valentía, amor y sencillez. La felicidad no está en ser joven ni en el poder ni en el dinero o el estatus. La verdadera alegría de vivir está en responsabilizarse de cada minuto de la vida, tomando conciencia de cuál es nuestro principal objetivo, y actuando en consonancia.

Bailando con la vida es, sobre todo, una elegía al vitalismo y al derecho a vivir conforme a tus propias reglas, con el objetivo de satisfacer tus necesidades, disfrutando de todas las cosas buenas y bellas que puedes construir con los recursos y personas que la vida pone en tu camino.

Cuestionando lo establecido, nos damos permiso a construir nuestra forma de pensar, nos esforzamos para elaborar y crear modos de vida que se ajusten a nuestras necesidades. La creatividad, la libertad, el derecho a elegir y cambiar, son elementos clave para una vida plena, una vida en primera persona. Cualquier otra opción es una vida vicaria, a la sombra, condicionada, dirigida por otros.

El baile es uno de tantos escenarios donde personas que probablemente sobrepasan los setenta logran crear un ambiente de diversión, camaradería, seducción, ejercicio físico y solidaridad. Pero el baile y otras elecciones no son más que circunstancias que estas personas maduras, sabias, inteligentes y vitales aprovechan para rendir un homenaje diario a la vida.

Mientras se vive no se puede malgastar la vida. Incluso cuando se sabe que la muerte está esperándonos al torcer la esquina, vivir significa exprimir el zumo y disfrutar del néctar. La decisión de cómo queremos vivir y cuál es nuestro papel y responsabilidad en la vida, es diaria. Cada día elegimos opciones que nos sitúan en caminos significativos: la proactividad-la procastinación, la dependencia-la autonomía, el victimismo-la solución, el egoísmo-la solidaridad, la queja-la alegría, la crítica-la valoración….

El destino no está escrito, es un libro que escribimos a medida que vamos leyendo. Es la suma de todas las decisiones que tomamos día tras día, situación tras situación. El destino es el resultado de una actitud, de la voluntad y los objetivos a los que demos prioridad. Es lo que queramos que sea. El destino ya está presente en mis decisiones de hoy. La vida necesita pensarse para analizar y aprender de nuestros errores, sin miedo, o con miedo pero haciendo por superarlo.

Superar el miedo al cambio nos hace crecer y ganar confianza, descubriendo que la vida nos guardaba espléndidas sorpresas a las que habríamos dado la espalda si no hubiéramos apostado por creer en nosotros y nuestra capacidad de elegir, empezar de nuevo y construir.

Valorar la vida nos lleva a no desperdiciar ni un minuto con falsos rituales, relaciones insatisfactorias, trabajos inútiles, objetivos ajenos o principios irrelevantes. En las cosas más simples se puede expresar la alegría de vivir si nos damos permiso para reencontrarnos con nuestras necesidades fundamentales.

Bailando con la vida es una gran película. Excelentes y rotundas actrices y actores. Su elección merece un aplauso. Su interpretación espléndida, nos damos cuenta de que son actores porque no les podemos tocar, pero nos introducen en el escenario sin darnos cuenta desde el minuto uno. Magnifico guión, plagado de reflexiones y planteamientos muy acertados. Muy, muy recomendable.

La canción que acompaña el final de la película es «Running to the future». Preciosa balada y bellísima letra.  https://youtu.be/rTlmk425brw

Gran Bretaña,
Director: Richard Loncraine
http://www.sensacine.com/actores/actor-5956/
Guionista: Nick Moorcroft
Actrices/Actores: Imelda Stauton, Timothy Spall, Celia Imrie, David Hayman…
http://www.sensacine.com/actores/actor-26478/

La fantasía y la satisfacción vital

Hacen falta dosis elevadas de sensatez y madurez para no dejarse socializar por millones de imágenes (fotos, revistas, cómics) y secuencias (pantalla grande y pequeña) que nos muestran una humanidad idealizada o brutalizada. Ambos extremos están presentes en un siglo de ‘personajes’ casi perfectos, idolatrados, que gracias a su belleza física, a su espontánea inteligencia o a sus poderes físicos extraordinarios son héroes del escenario en que se mueven.

Ambas fantasías han calado hondo en las mentes infantiles y poco formadas de millones de personas, creando ilusiones que han interiorizado como realidad. En muchísimos casos esa ilusión les ha alejado de la posibilidad de integrarse y encontrar satisfacción en el mundo real que les rodea: nada se parece a sus ilusiones, sueños y fantasías, tan fáciles, tan agradables, tan prometedores… Todo es frustrante. Sus fantasías, germinadas y reforzadas en el mundo de los cuentos,  les impiden relacionarse con personajes de carne y hueso o gestionar los problemas cotidianos con habilidades ‘normales’.

La fantasía puede constituir un ámbito de bienestar siempre que no suplante el mundo de la realidad. Es saludable si está contextualizada como tal fantasía y no permitimos que inunde y sustituya la realidad.

Fantasías y sueños, no son la misma cosa. Los sueños son saludables si desde el realismo somos capaces de lograr ilusiones con las que habíamos soñado. No son saludables si los sueños nos adormecen y gratifican emocionalmente a través de la ilusión de estar haciendo algo, cuando en realidad nos entretienen y alejan de los pasos y conductas que hay que dar para lograr nuestros sueños. Soñar con una casa mientras no ponemos los ladrillos es construir una frustración, nunca tendremos la casa pero tendremos una sensación muy grande de decepción.

La sociedad de la imagen ha provocado estragos en el imaginario de millones de personas prácticamente indefensas ante el aluvión de ‘alpiste’ emocional y mental con que la industria ha inundado el mercado. Ese imaginario conforma el marco de valores, expectativas y sueños de muchas personas que vivirán frustradas porque la realidad no es como se la pintan.

La función de la fantasía es que la persona pueda evadirse de la realidad, pueda olvidarse por momentos de sus problemas y viajar por un mundo ajeno. Esta función es terapéutica siempre que: 1) La persona vuelva a su realidad y la comprenda; 2) Aprenda a identificar y disfrutar de las cosas sanas, reales y satisfactorias;  3) Practique una actitud crítica y constructiva para promover cambios; 4) Encuentre las vías reales para gestionarla y encontrar el modo de satisfacer sus necesidades; 5) Realice el esfuerzo para desarrollar las habilidades necesarias para afrontar esa realidad.

Por esa razón, es de agradecer un buen cine, realista y humano. La película ‘Una casa junto al mar’ es un buen ejemplo de ese cine. Hay miles de excelentes películas ‘humanas’ que reflejan la realidad, pero son minoría respecto de las otras.

Amor, control y posesión

La película “El Hilo Invisible” es un excelente escenario para identificar conductas poco saludables en las relaciones de amor.

El hilo invisible analiza con gran acierto la relación de amor que van tejiendo  un hombre y una mujer bastante más joven. La sorpresa, el suspense, la sutileza, la inteligencia, la estrategia, el poder, el miedo, el control y la posesión  se  combinan con gran maestría en el guión y la dirección.

El guión describe el poder como forma de relación y las estrategias de control que puede adoptar el amor cuando convierte al sujeto de su deseo en algo que quiere poseer. Describe la imperfección del amor que así es aceptado por sus protagonistas. En las relaciones, quien parece estar al control del más mínimo detalle de su entorno es en realidad controlado por mentes y voluntades más resistentes y entrenadas a escenarios sin protección. Quien parece controlar todo, desarrolla barreras para proteger su vulnerabilidad, mientras que la aparente vulnerabilidad de quién parece plegarse, se convierte en la inquebrantable cadena montada con eslabones de tesón, resiliencia, afecto, cuidado, protección, adaptación y crueldad dosificada…

Fantástica descripción de la complejidad humana y de las estrategias que cada persona desarrolla para lograr sus objetivos en la vida. En los personajes podemos observar conductas obsesivas, perfeccionismo, pasividad agresiva, posesividad, resiliencia, inocencia, aprendizaje… Todo un abanico de rasgos y personalidades.

Con maestría, el guión, la dirección y actrices-actores  logran narrar muchas cosas en diálogos cortos e intensos; muchos primeros planos y ninguno prescindible; una atmósfera y un ritmo que acompañan y apoyan muy bien la trama.

Daniel  day Lewis, logra un gran propósito: no convertir el personaje en una estrella de cine. Logra que el personaje sea real, auténtico y que sintamos una mezcla entre rechazo, interés, comprensión y ternura por él. Es un papel muy trabajado, sobrio, eficaz y creíble. No es un personaje para un papel espectacular: representa a un exitoso modisto inglés,  muy peculiar, con una necesidad patológica de perfeccionismo, control y rutinas… Daniel d Lewis, no intenta llevarse todo el protagonismo y funciona muy bien porque permite disfrutar mucho de la protagonista y de la segunda actriz.

Lesley Manville, lleva a cabo una espléndida interpretación. Su rostro está lleno de matices, consigue que su cuerpo nos transmita fielmente sus emociones, actitud, reflexiones  e intenciones. Es una magnifica actriz, que logra interiorizar el personaje y hacerse con él en una aparente sencillez. Hacer sencillo lo complejo es un arte. Su personaje está lleno de sorpresas, es un personaje que despierta la curiosidad a medida que nos adentramos en la trama. Maneja muy bien el significado emocional de las posturas, evitando en todo momento caer en ningún tipo de histrionismo. Hay escenas fabulosas en las que ella y la hermana del modisto realizan enfrentamientos con una pulcritud impresionante, entre las dos logran comerse la pantalla. Están geniales.

Vicky Krieps realiza el personaje de la hermana. No se le puede pedir más, hace lo necesario para contribuir a que todo el guión tenga sentido. Su personaje es el de la gran estratega dedicada en cuerpo y alma a la obra del hermano, que en el fondo es su propia obra. Alimentando las patologías del hermano, consigue un estatus, poder y control casi inexpugnables, hasta que llega otra gran estratega con un estilo y personalidad completamente distintas. El papel de Krieps es hábil, contenido, cuidadoso. Espléndida actuación.