Maltrato Emocional
Hay diversas clases de maltrato: físico, emocional, psicológico y social.
En muchos casos pueden confluir todos ellos con un potencial de generar malestar muy considerable.
El potencial para generar malestar depende de la autonomía, preparación y resiliencia de la víctima. Obvio es decir que cuanto menor es el nivel en cada una de estas características, mayor es la influencia y daños que se pueden ejercer sobre ella.
En esta ocasión quiero reflexionar sobre el maltrato emocional como resultado de la inmadurez, soberbia, frustración, exigencia, egoísmo y rigidez de quién lo ejerce.
La persona que ejerce maltrato emocional lo expresa con la retirada del afecto; el ejercicio de la frialdad y el distanciamiento; el ensañamiento en lograr herir los sentimientos de la otra persona; la acusación más o menos velada de errores, faltas, defectos o déficits; la culpabilización de lo que sucede…
El ejercicio del maltrato emocional puede estar producido por la combinación entre varios factores (rasgos de personalidad, conductas, educación…). Cuantos más factores confluyan más tóxico es el cóctel. Estos son algunos de los factores más frecuentes:
- La soberbia;
- El rencor;
- Los conflictos personales sin resolver;
- La falta de madurez;
- Una necesidad imperiosa de llevar la razón;
- Un impulso muy fuerte de satisfacer deseos, la insatisfacción de los mismos y las consiguientes dificultades para gestionar la frustración;
- La responsabilización del entorno sobre la felicidad de uno mismo;
- La intransigencia sobre los actos de los demás;
- La demanda de atención sin considerar a los otros;
- La rigidez en los planteamientos de cómo tiene que ser el mundo y cómo tienen que comportarse los demás;
- La creencia de que los demás tienen que hacer las cosas al estilo de la persona que maltrata;
- La creencia de que para los demás no debería haber nada más importante que atender esas demandas.
- Además, interviene también la creencia de que con el maltrato emocional la otra persona va a doblegarse a las expectativas y exigencias de la persona maltratadora y va a satisfacer finalmente sus demandas.
Esta última creencia está basada probablemente en que la estrategia del maltrato le ha dado el resultado esperado con otras personas, sobre todo niños (hijos, hermanos menores, alumnos, amigos…) o personas con un déficit de autonomía emocional y/o dependencia económica.
La forma de defenderse de este maltrato y no sucumbir a sus peligrosos y tóxicos efectos consiste en saber distinguir e identificar con claridad los siguientes fenómenos:
- Que en esa actitud no existe AMOR hacia la potencial víctima, en su lugar existe posesividad y/o utilitarismo, combinado con una habilidad grande para manipular a través de las emociones.
- No muestran RESPETO por la personalidad, necesidades, opciones y elecciones de la potencial víctima.
- No conciben una relación de IGUALDAD, donde las dos personas tienen el mismo derecho y la misma oportunidad para lograr sus deseos.
- No ven sus SESGOS, por lo tanto no son capaces de ver la OTRA REALIDAD.
- Utilizan la culpabilidad de forma más o menos explícita. Querrán que la víctima se sienta CULPABLE de su propia infelicidad, sus problemas o su insatisfacción. Son incapaces de responsabilizarse de su situación, sentimientos, elecciones y trayectoria.
- No tienen interés por la FELICIDAD de la potencial víctima si ellos no se benefician de algún modo, mucho menos si les perjudica.
- Suelen utilizar la CRÍTICA más o menos velada por cualquier cosa: cómo viste la víctima, cómo se peina, qué cosas hace, cómo las hace. Son críticos expertos en sacar defectos de los demás.
- No soportan una CRÍTICA.
- No soportan que se les lleve la CONTRARIA.
- No soportan un NO por respuesta.
Obviamente, no tienen por qué darse todos los factores mencionados ni en todas las ocasiones los mismos pero suelen estar bastante presentes casi siempre.
Conviene no caer en la trampa, mantenerse firme en las convicciones y criterios propios, emplear siempre el ejercicio de la racionalidad y aprender a detectar los 10 factores que se han mencionado. Si existe la presencia de cualquier de ellos, conviene advertirlo y no sucumbir ante sus efectos. Una actitud que integre cualquiera de esos factores, por muy loable que quieran vendérnosla, queda invalidada por el mero hecho de acompañar una conducta o una intención de maltrato.
Hay personas con una habilidad especial para hacer creer a la potencial víctima que está en un error, logrando que comulgue con ruedas de molino.
Tratar con este tipo de personalidades es muy difícil, requiere mucho entrenamiento, dosis muy elevadas de paciencia, fortaleza, autonomía y cariño. Si usted no se ve capaz, no se fuerce a ello, hay muchas personas en el mundo, deje paso a otras personas en su vida que no sean tan complicadas. Si no considera oportuno distanciarse definitivamente, procure mantener una relación poco implicada, procure no depender emocional, social o económicamente. Aún así, si continúa la relación, habrá ocasiones en que sienta cómo la persona que maltrata intenta ejercer su estrategia de manipulación emocional. Esté alerta y recuerde el decálogo. No se aparte de su propio rumbo, mantenga sus criterios, no sucumba a los argumentos o el chantage emocional.
Aplicando esta estrategia no espere que la otra persona cambie, ese no es su objetivo. Su objetivo es no convertirse en su víctima. La persona maltratadora cambiará o no en función de muchos aspectos, no por el sólo hecho de que usted se muestre impermeable a su manipulación. Tenga en cuenta que para la persona maltratadora siempre hay otras víctimas sobre las que ejercer su influencia y renovar sus conductas, habilidades y creencias.
No se considere tan influyente como para cambiar a esa persona maltratadora. Una sola persona no lo logra, sería necesaria la confluencia de todo el entorno.
Por lo tanto, no espere un cambio. Solo protéjase de esas personas y busque relaciones implicadas con personas que no tengan este tipo de perfil.
Lola Salinas (julio 2017)