Pueden desviarnos de nuestros objetivos
Cada letra contribuye a la palabra, del mismo modo que cada paso contribuye a la meta.
Alcanzar y disfrutar de una plena satisfacción requiere dar los pasos necesarios para lograr nuestros objetivos y adoptar la actitud adecuada en cada momento.
Objetivos, proyectos, dietas, logros, metas, cambios, aprendizaje… son, sobre todo, procesos. Procesos que metafóricamente podemos entender como ‘viajes’ o ‘senderos’ que recorremos durante un tiempo.
Hay atajos pero si cogemos un atajo estamos dando prioridad a reducir la duración del proceso y no a otras cualidades y características del mismo o al desarrollo de habilidades nuestras. En un viaje esto equivaldría, quizás, a llegar estresados. En una actividad de senderismo, equivaldría a menos horas de ejercicio, o tal vez a perderme una vista excepcional o disfrutar de un riachuelo que no está en el atajo. El resultado final nunca podrá ser el mismo porque el camino que escoja forma parte de la meta, siempre.
Dejando las metáforas y volviendo a lo concreto, si quiero, por ejemplo, auto regular una conducta de exceso de alimentación, puedo optar por una medicación junto con una dieta severa de choque y lograr perder mucho peso u otro objetivo en 1 mes. Sin embargo, al tener un ingrediente cortoplacista, y ser una dieta excesivamente severa, dificulto la creación de un hábito (1 mes no es suficiente para incorporar nuevos hábitos de forma sólida) y puedo estar generando un efecto rebote, además de algún cambio hormonal demasiado rápido que me provoque malestar y que me dificulte un proceso más sano y estable.
Otro ejemplo, sería la superación de dificultades o disfunciones sexuales. Los atajos o las vías rápidas no van a producirnos el resultado deseado. No es lo mismo aprender a controlar la eyaculación o aprender a tener orgasmos que tomarnos una medicación que nos provoque un bloqueo o un desbloqueo fisiológico. El grado de satisfacción no va a ser el mismo, tampoco el placer, la intensidad ni la confianza en nuestra capacidad y habilidades.
Por otra parte, hay cambios que puedo planificar en fases si considero que el objetivo final es demasiado ambicioso, difícil o esforzado para mi realidad actual. Planificar en fases significa que voy alcanzando logros satisfactorios, estimulantes y que me darán confianza. Las fases no son atajos porque transito por todos los elementos que componen el proceso.
¿Cuántas veces hemos deseado hacer algo pero no hemos tenido el ánimo de empezarlo?
¿Cuántas veces hemos analizado y evaluado de forma racional y funcional un objetivo y proyecto personal antes de iniciarlo?
¿Cuántas veces hemos empezado algún proyecto y lo hemos dejado a medias?
¿Cuáles son los proyectos que más nos cuestan y que no hemos logrado?
¿Hemos evaluado de forma racional cuáles han sido los factores personales -que sólo dependen de nosotros- que han determinado no haberlos logrado?
Cualquier propósito y objetivo que nos proponemos necesita de una inversión de tiempo, esfuerzo y método: Si deseamos aprender un idioma; si queremos obtener un título universitario; si deseamos mejorar nuestro estado físico; si queremos aprender a regular ciertas conductas o reacciones (enfados, eyaculación, tristeza, impulsos); si nos hemos propuesto cambiar de trabajo; etc.
En realidad, en casi todos los objetivos que nos marcamos existen algunos elementos comunes que conviene conocer:
- Es un cambio en mi vida. Todo cambio persigue satisfacer algo. Conviene conocer qué espero del cambio y qué significa para mí.
- Conviene saber cómo influirá en mi vida. El cambio puede ser de mayor o menor trascendencia pero un cambio que probablemente influirá en otros ámbitos de mi vida, personalidad y relaciones.
- Voy a necesitar un periodo de mentalización para prepararme y concienciarme de mi implicación y compromiso.
- Necesitaré informarme bien y ser realista respecto a lo que ese cambio va a demandar de mi
- Ese cambio, va a suponer un esfuerzo y periodo de adaptación, previo, simultáneo y/o posterior a lograr mi objetivo.
- Yo lidero ese cambio. El cambio va a depender, principalmente de mí. Puede que haya otras personas involucradas pero quién dirige y lidera ese cambio soy yo.
- Habrá luces y sombras, no hay nada perfecto. He de identificar aquello que para mí es prioritario y evaluar si me compensa el esfuerzo y lo que menos me agrada de ese cambio.
Estos elementos comunes están presentes en cualquier cambio. La única manera de lograr cambios sólidos, permanentes y satisfactorios es responsabilizarme desde el principio hasta el fin, siendo realista, manteniendo la motivación siempre y teniendo presentes las razones que me han llevado a tomar la decisión de llevar a cabo ese proyecto u objetivo.
Tener presentes estos elementos comunes y darles respuesta adecuada significa ir paso a paso. Significa atender a todos los requisitos de un cambio significativo y satisfactorio.
¿Estoy dispuesto/a a invertir tiempo? ¿Cuánto tiempo se necesita? ¿Es realista mi disponibilidad para el objetivo que me he marcado?
¿Tengo la disciplina necesaria para mantener en el tiempo mi decisión y las actitudes/conductas necesarias para lograrlo? O necesito entrenar de un modo específico la disciplina y el compromiso para poder llevarlo a cabo.
¿Cómo reacciono a la frustración o a los contratiempos? Tengo serenidad, confianza y capacidad de evaluación racional o me enfado y vengo abajo a la primera… Quizás necesito entrenar estas habilidades.
¿He contemplado otras alternativas más viables? ¿soy flexible con la demanda y modificaciones que el proyecto me va planteando?
¿Cuento con mis habilidades reales para producir el cambio o me fijo en modelos ajenos a mí?
¿Mi actitud es relajada, comprometida, rigurosa, honesta y responsable? Si siento ansiedad o exceso de estrés, temores o deposito mi éxito para este proyecto en circunstancias externas, quizás me conviene revisar primero las actitudes previas.
Hemos visto que los atajos nos llevan a otros lugares o a lograr cosas distintas de las que podemos obtener si seguimos la ruta completa.
Podemos optar por un atajo, siempre que no nos engañemos y sepamos que estamos cambiando el objetivo. De ese modo, no sentiremos frustración cuando al final no obtengamos lo que inicialmente habíamos previsto.
El autoengaño solo nos lleva a posponer (procastinación) las decisiones, acciones y actitudes necesarias para el logro de nuestros objetivos. Nos lleva a reducir la confianza en nuestra capacidad para planificar y lograr cosas. También nos conduce a la insatisfacción personal y quizás a no disfrutar de las relaciones con otras personas de forma plena.
Por lo tanto, para lograr objetivos o proyectos de forma satisfactoria, conviene seguir unas reglas básicas.
- Ir paso a paso
- Aprender a disfrutar de cada paso, dando significado y sentido a lo que estamos haciendo
- Aprovechar el camino para desarrollar nuestras habilidades: paciencia, confianza, serenidad, racionalidad, disciplina, tesón, realismo…
- Promover siempre la motivación, el optimismo-realista y la alegría por lo que estamos haciendo.